La Dimensión, de nuestra calidad de vida en la tierra, depende del nivel de conocimiento del Evangelio que tengamos.
«32y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Jn 8:32).
El problema no es no conocer, sino ignorar que no sabemos. Los religiosos de la época de Jesús, ignoraban que no sabían, y eso los llevo a perderse, no solo un avivamiento, sino el AVIVAMIENTO, en mayúscula. Mientras los discípulos de Jesús, esperaban en el lugar alto, ellos estaban disfrutando una aparente victoria. La que luego, verían que se había transformado en la peor de las derrotas. Porque, no solo se habían perdido el Momentum clave, en el que, el Cielo descendió en llamas de fuego, como en los días pasados, sobre los ciento veinte reunidos juntos. Sino, que, en forma personal, estando tan cerca y en el momento adecuado, no pudieron disfrutarlo ellos mismos.
¡Cuánta falta nos hace conocer! De lo contrario seremos esclavos de la ignorancia, la que afectará todos los ámbitos de nuestra vida, personal, económica, familiar.
«40 Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham» (Jn 8:40).
A veces creemos que la falta de comunicación es el problema. En este caso no lo era. No solo que Jesús les hablaba y enseñaba, también lleno del Espíritu Santo les predicaba. Pero, finalmente, tuvo que decirles, que lo que ellos no comprendían era su lenguaje. Es que, acaso no hablaban la misma lengua, no tenían la misma cultura, seguramente que sí. Pero lo que sucedía era que lo que ellos poseían como conocimiento, no les permitía oír la verdad. Esa verdad de Jesús, no encajaba en sus corazones llenos de conocimiento, pero sin experimentarlo. Y ese es el mayor peligro, poseer un conocimiento vacío de experiencia del amor Divino.
«43¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra.44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.45Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis» (Jn 8:43-45).
Pero, yo sé que usted como yo, desea experimentar lo mejor de Dios. Por eso quiero, que junto podamos leer estos versos que de manera sublime nos eleva hacia esa realidad espiritual. La cual, profetizada desde todas las edades, nos dan la seguridad, que Dios, no solamente quiso que seamos salvos por la sangre de su Hijos Jesucristo. Sino que, además, experimentemos la llenura del amado Espíritu Santo, quien nos da el poder para ser fieles y fuertes en contra del enemigo. Recuerde, no está solo frente al adversario; el Espíritu le fortalece, le anima y lo establece en el Reino de Dios.
«17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros» (Jn 14:17-18).
«1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen» (Hch 2:1-4).
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